A mis estudiantes. Me encanta decir que les amo profundamente justo porque resulta extraño y difícil en nuestra cultura de odio y resentimiento. Decirlo suscitará pasiones de trámite complejo como: misoginia, xenofobia, racismo, agorafobia, más todo ese mar de traumas laborales recientes relacionados con el egoísmo y los avivados, la siempre llamativa mediocridad de los colegas en el sistema laboral. Esta carta busca liberar la ira y motivar el trabajo en equipo como medio para acabar con el autoritarismo en todos los espacios escolares.
Ningún amor es fácil, menos la filosofía. Decirlo implica la capacidad de conocer a fondo las personas. No se ama lo desconocido. Esta consideración es indispensable para la conciencia y sin ella la clase, como la existencia misma, perdería sentido. Amarlos es conocer los aspectos relevantes de sus pensamientos, personalidades, emociones y padecimientos. Claro está, ustedes también tienen que descifrar los mismos enigmas.
Por otro lado, la lealtad de los amantes mantiene los vínculos. Esto quiere decir que, soy fiel a la verdad y amarlos implica preparar en detalle las clases, diálogos y escritos; como es natural infiere que la fidelidad de ustedes consiste en rechazar la mediocridad. Aquella actitud pusilánime del avivado que recarga de trabajo a la sociedad. Nunca justifiquen al mediocre, jamás imiten su falta de espíritu, tarde o temprano tendrán que hacer su trabajo y limpiar sus propias pestilencias.
Esto nos sirve para argumentar que, la mejor forma de poner el autoritarismo de rodillas es, como ocurre con los obsesivos, ignorar cualquier provocación al odio o el resentimiento. La sátira es un buen camino. Por eso, cada vez que ustedes realizan bien el proyecto de clase, un colega pierde peso por la diarrea que esto le provoca y se defeca en los pasillos al igual que lo hace en las mentes de sus estudiantes que obliga y somete por la autoridad vetusta del contrato y la nota. Lo mío es odio puro, la nota debe ser única y la misma para todos los estudiantes.
Gracias jóvenes, cada vez que asumen los vínculos sociales con responsabilidad y permiten que el trabajo colaborativo cuestioné la jerarquía, hacen posible a este profesor entusiasmado, abanicar su nariz ante el olor a heces del egoísta colega cuya soledad sin honor lo consume mientras hace fila para el olvido.
Los amo, 5.0 para todos en R4. ¡No más acoso escolar!
Ningún amor es fácil, menos la filosofía. Decirlo implica la capacidad de conocer a fondo las personas. No se ama lo desconocido. Esta consideración es indispensable para la conciencia y sin ella la clase, como la existencia misma, perdería sentido. Amarlos es conocer los aspectos relevantes de sus pensamientos, personalidades, emociones y padecimientos. Claro está, ustedes también tienen que descifrar los mismos enigmas.
Por otro lado, la lealtad de los amantes mantiene los vínculos. Esto quiere decir que, soy fiel a la verdad y amarlos implica preparar en detalle las clases, diálogos y escritos; como es natural infiere que la fidelidad de ustedes consiste en rechazar la mediocridad. Aquella actitud pusilánime del avivado que recarga de trabajo a la sociedad. Nunca justifiquen al mediocre, jamás imiten su falta de espíritu, tarde o temprano tendrán que hacer su trabajo y limpiar sus propias pestilencias.
Esto nos sirve para argumentar que, la mejor forma de poner el autoritarismo de rodillas es, como ocurre con los obsesivos, ignorar cualquier provocación al odio o el resentimiento. La sátira es un buen camino. Por eso, cada vez que ustedes realizan bien el proyecto de clase, un colega pierde peso por la diarrea que esto le provoca y se defeca en los pasillos al igual que lo hace en las mentes de sus estudiantes que obliga y somete por la autoridad vetusta del contrato y la nota. Lo mío es odio puro, la nota debe ser única y la misma para todos los estudiantes.
Gracias jóvenes, cada vez que asumen los vínculos sociales con responsabilidad y permiten que el trabajo colaborativo cuestioné la jerarquía, hacen posible a este profesor entusiasmado, abanicar su nariz ante el olor a heces del egoísta colega cuya soledad sin honor lo consume mientras hace fila para el olvido.
Los amo, 5.0 para todos en R4. ¡No más acoso escolar!