Título original El Camino
País de producción Costa Rica
Año 2008
Duración 91 minutos
Dirección Ishtar Yasin Gutiérrez
Reseñista: Ronald Duarte
Sinopsis oficial. En Acahualinca, Nicaragua, Saslaya, una niña de 12 años, vive con su abuelo y hermano, la madre emigró a Costa Rica hace 8 años. La pequeña decide escapar, junto a su hermano, de los abusos sexuales del abuelo. De esta manera, emprenden un viaje en busca de su madre. Viajan de Managua a Granada, sufriendo todo tipo de vicisitudes y peligros. En la frontera, Saslaya pierde a su hermano y enfrenta sola su propio camino.
Reseña
El objetivo de la directora es provocar emociones que permitan combatir la indolencia frente a la inocencia y vulnerabilidad infantil. Esta intención se desarrolla sobre el flajelo del abuso sexual en contextos migratorios y de turismo sexual. En consecuencia, la película necesita reflejar las distintas dimensiones del abuso sexual infantil para con ello, poder denunciar el fenómeno y sensibilizar al público sobre las consecuencias de la disgregación familiar generada por la migración.
Estas emociones se provocan mediante el lenguaje poético que se percibe en la economía de los diálogos y la generosidad simbólica de las imágenes. Por ejemplo, el pedazo de vidrio que la Saslaya (Sherlin Paola Velasquez) conserva durante la travesía simboliza un catalejo que la representa como una marinera que desea aventurarse más allá del basurero en el que vive. Esto quiere decir que, los motivos que llevaron a los niños a emprender el viaje están arraigados en su enorme curiosidad y valentía y no solamente justificados en su padecimiento por el abandono y abuso. Ahora bien, es evidente que los niños huyen del maltrato, pero no es su motivo más importante, en el fondo son dos aventureros.
Otro elemento que se puede entender bajo la mirada de lenguaje poético que busca provocar emociones antes que exponer el padecimiento es la figura del escudero mudo que toca una ocarina. Toda historia de aventureros, desde el Quijote mismo, ha necesitado de un escudero. En este caso, Dario (Marcos Ulices Jimenez) cumple todos los requisitos para ser este tipo de personaje: es más pequeño que la protagonista, cree ciegamente en ella, la sigue en sus aventuras, acompaña, anima y se pierde, lo cual es una condición necesaria de todo escudero, que incrementa el drama del personaje principal y evoca profundas emociones entre el público.
Con todo lo anterior podemos asegurar que, el objetivo del autor va mucho más allá de la denuncia sobre el abuso, quiere combatirla evocando las emociones que suscita contar las aventuras de dos niños en Centroamérica, su diversión en medio de carnavales y fiestas religiosas. Es claro que esta estrategia no desvía el tema principal: el abuso sexual infantil, pero si genera un ambiente poético enmedio del flajelo que despierta sencibilidad sobre la fragilidad de los pequeños. Es casi como si pudiéramos asegurar que la intención de la directora es solidarizar al público con las travesuras, hacerlos cómplices de la aventura, para así enfrentar de otra manera el abuso y comercio sexual infantil.
Para finalizar, si atendemos al argumento del lenguaje poético podemos identificar muchos otros elementos simbólicos: una mesa elegante que encuentra la manera de viajar por la misma ruta que los pequeños, un caballo blanco, una obra de títeres sobre mariposas que mueren, la profesora de escuela y hasta la suerte del abusador son elementos que permiten despertar emociones a favor de la inocencia y la fragilidad.
País de producción Costa Rica
Año 2008
Duración 91 minutos
Dirección Ishtar Yasin Gutiérrez
Reseñista: Ronald Duarte
Sinopsis oficial. En Acahualinca, Nicaragua, Saslaya, una niña de 12 años, vive con su abuelo y hermano, la madre emigró a Costa Rica hace 8 años. La pequeña decide escapar, junto a su hermano, de los abusos sexuales del abuelo. De esta manera, emprenden un viaje en busca de su madre. Viajan de Managua a Granada, sufriendo todo tipo de vicisitudes y peligros. En la frontera, Saslaya pierde a su hermano y enfrenta sola su propio camino.
Reseña
El objetivo de la directora es provocar emociones que permitan combatir la indolencia frente a la inocencia y vulnerabilidad infantil. Esta intención se desarrolla sobre el flajelo del abuso sexual en contextos migratorios y de turismo sexual. En consecuencia, la película necesita reflejar las distintas dimensiones del abuso sexual infantil para con ello, poder denunciar el fenómeno y sensibilizar al público sobre las consecuencias de la disgregación familiar generada por la migración.
Estas emociones se provocan mediante el lenguaje poético que se percibe en la economía de los diálogos y la generosidad simbólica de las imágenes. Por ejemplo, el pedazo de vidrio que la Saslaya (Sherlin Paola Velasquez) conserva durante la travesía simboliza un catalejo que la representa como una marinera que desea aventurarse más allá del basurero en el que vive. Esto quiere decir que, los motivos que llevaron a los niños a emprender el viaje están arraigados en su enorme curiosidad y valentía y no solamente justificados en su padecimiento por el abandono y abuso. Ahora bien, es evidente que los niños huyen del maltrato, pero no es su motivo más importante, en el fondo son dos aventureros.
Otro elemento que se puede entender bajo la mirada de lenguaje poético que busca provocar emociones antes que exponer el padecimiento es la figura del escudero mudo que toca una ocarina. Toda historia de aventureros, desde el Quijote mismo, ha necesitado de un escudero. En este caso, Dario (Marcos Ulices Jimenez) cumple todos los requisitos para ser este tipo de personaje: es más pequeño que la protagonista, cree ciegamente en ella, la sigue en sus aventuras, acompaña, anima y se pierde, lo cual es una condición necesaria de todo escudero, que incrementa el drama del personaje principal y evoca profundas emociones entre el público.
Con todo lo anterior podemos asegurar que, el objetivo del autor va mucho más allá de la denuncia sobre el abuso, quiere combatirla evocando las emociones que suscita contar las aventuras de dos niños en Centroamérica, su diversión en medio de carnavales y fiestas religiosas. Es claro que esta estrategia no desvía el tema principal: el abuso sexual infantil, pero si genera un ambiente poético enmedio del flajelo que despierta sencibilidad sobre la fragilidad de los pequeños. Es casi como si pudiéramos asegurar que la intención de la directora es solidarizar al público con las travesuras, hacerlos cómplices de la aventura, para así enfrentar de otra manera el abuso y comercio sexual infantil.
Para finalizar, si atendemos al argumento del lenguaje poético podemos identificar muchos otros elementos simbólicos: una mesa elegante que encuentra la manera de viajar por la misma ruta que los pequeños, un caballo blanco, una obra de títeres sobre mariposas que mueren, la profesora de escuela y hasta la suerte del abusador son elementos que permiten despertar emociones a favor de la inocencia y la fragilidad.