Bucaramanga 16 de enero de 2023
Yariguíes, peligra la corona del Chicamocha
Es urgente defender la serraría. El “desarrollo” minero en la región traerá enfermedades, daño ambiental y violencia. Ya empezaron las amenazas contra los manifestantes y de lograrse el objetivo perderíamos el mayor de los emblemas ambientales del departamento, la montaña más imponente desde el páramo de colores, la corona del Chicamocha, la serranía de “los cobardes”.
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Como pasó con Santurbán, toda la ciudadanía debe exigir el respeto por el santuario natural. La minería a cielo abierto siempre ha sido el mayor foco de corrupción estatal. La Guajira es testigo vivo de la catástrofe. Hambre, desnutrición infantil y enfermedades respiratorias sin contar con los costos ambientales del deterioro de los recursos naturales. La comparación entre las dos montañas es tal que, de no cambiar la tendencia, la capital del departamento se quedará sin agua en algunos años.
Es muy probable que, por la forma como se contamina el recurso en Santurbán, en menos tiempo que el pronosticado por el mundo, 50 años, perdamos la mitad del recurso actual. Esto quiere decir que, por motivos que incluyen incluso la abundancia del recurso, contaminamos mayor cantidad de agua que el resto del mundo y es muy probable que nuestra agua se acabe con mayor rapidez. A eso debemos sumarle el desperdicio de agua potable en el consumo de los hogares, la contaminación de la industria y el cambio climático. Con todo esto es probable que la tasa de disminución de agua potable en la ciudad sea del doble que los pronósticos globales. Esto, claro está, añadiendo el escaso tratamiento de agua residuales por parte del área metropolitana y la contaminación de la totalidad de los pequeños ríos y quebradas de la ciudad. Obviamente, la explotación de una mina de carbón en la serranía de los Yariguies aceleraría muchísimo más el proceso. Tal como están las cosas es muy probable que, la mitad de la ciudad y el área metropolitana no tendrán agua potable para el 2050. No obstante, la opinión pública es optimista y casi todos los documentos escritos sobre el tema elogian la riqueza del páramo a la vez que se hacen los ciegos para advertir la tragedia.
Dos días después de conocida la noticia del paro en la carretera panamericana que motivó esta columna, presentamos en clase la película El Maquinista (2004). El contexto, encontrar argumentos cinematográficos para establecer la relación entre el régimen de acumulación capitalista y los trastornos sociales como el envenenamiento de las fuentes de agua potable. Durante poco más de hora y media, el auditorio se llenó de jóvenes invitados a la proyección que será insumo para el seminario de la próxima semana. Afuera del auditorio sonaron algunas “papas bombas” y había gran movimiento de jóvenes y una enorme olla comunitaria se instaló en la plazoleta el che. Nosotros queremos hacer el corto sobre un muro maldito que condena a quienes su nombre aparece escrito en él. Hoy, tres días después trabajando desde la casa, han sonado algunas detonaciones a lo lejos mientras se escucha la música del vecino.
Yariguíes, peligra la corona del Chicamocha
Es urgente defender la serraría. El “desarrollo” minero en la región traerá enfermedades, daño ambiental y violencia. Ya empezaron las amenazas contra los manifestantes y de lograrse el objetivo perderíamos el mayor de los emblemas ambientales del departamento, la montaña más imponente desde el páramo de colores, la corona del Chicamocha, la serranía de “los cobardes”.
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Como pasó con Santurbán, toda la ciudadanía debe exigir el respeto por el santuario natural. La minería a cielo abierto siempre ha sido el mayor foco de corrupción estatal. La Guajira es testigo vivo de la catástrofe. Hambre, desnutrición infantil y enfermedades respiratorias sin contar con los costos ambientales del deterioro de los recursos naturales. La comparación entre las dos montañas es tal que, de no cambiar la tendencia, la capital del departamento se quedará sin agua en algunos años.
Es muy probable que, por la forma como se contamina el recurso en Santurbán, en menos tiempo que el pronosticado por el mundo, 50 años, perdamos la mitad del recurso actual. Esto quiere decir que, por motivos que incluyen incluso la abundancia del recurso, contaminamos mayor cantidad de agua que el resto del mundo y es muy probable que nuestra agua se acabe con mayor rapidez. A eso debemos sumarle el desperdicio de agua potable en el consumo de los hogares, la contaminación de la industria y el cambio climático. Con todo esto es probable que la tasa de disminución de agua potable en la ciudad sea del doble que los pronósticos globales. Esto, claro está, añadiendo el escaso tratamiento de agua residuales por parte del área metropolitana y la contaminación de la totalidad de los pequeños ríos y quebradas de la ciudad. Obviamente, la explotación de una mina de carbón en la serranía de los Yariguies aceleraría muchísimo más el proceso. Tal como están las cosas es muy probable que, la mitad de la ciudad y el área metropolitana no tendrán agua potable para el 2050. No obstante, la opinión pública es optimista y casi todos los documentos escritos sobre el tema elogian la riqueza del páramo a la vez que se hacen los ciegos para advertir la tragedia.
Dos días después de conocida la noticia del paro en la carretera panamericana que motivó esta columna, presentamos en clase la película El Maquinista (2004). El contexto, encontrar argumentos cinematográficos para establecer la relación entre el régimen de acumulación capitalista y los trastornos sociales como el envenenamiento de las fuentes de agua potable. Durante poco más de hora y media, el auditorio se llenó de jóvenes invitados a la proyección que será insumo para el seminario de la próxima semana. Afuera del auditorio sonaron algunas “papas bombas” y había gran movimiento de jóvenes y una enorme olla comunitaria se instaló en la plazoleta el che. Nosotros queremos hacer el corto sobre un muro maldito que condena a quienes su nombre aparece escrito en él. Hoy, tres días después trabajando desde la casa, han sonado algunas detonaciones a lo lejos mientras se escucha la música del vecino.