Bucaramanga, 4 de diciembre de 2022
Trece días después viajé a Cúcuta y allá me enteré que un árbol de navidad gigante que la administración municipal de Bucaramanga instaló en un importantísimo parque se había desplomado. Ahí supe que tenía una crónica por escribir, un fiasco así debe ser contemplado en un ejercicio como el nuestro. Es una caída importante, así como la del sistema de transporte masivo Metrolínea que dejó de funcionar de una momento a otro hace pocas semanas. No obstante nadie dice nada, no pasa nada, nadie es responsable. Envidiable cortesía de aquel árbol que cae en silencio. Claro está, que este no es el caso, el silencio de esta caída tiene motivos menos nobles Por ahora, como esto es una crónica de caídas, entonces, "al caído caerle". Voy a hacer una historia sobre esos desechos institucionales, el argumento: "un árbol de navidad les queda grande". Pero antes un ensayo sobre la envidia para preparar el camino.
ensayo sobre la envidia de ser un árbol.
En Santander del Sur, departamento conservador, se protege la premisa ética de “al caído caerle”. Es la definición compacta de la incapacidad de solidaridad con el dolor ajeno o el sufrimiento propio por la felicidad ajena: la envidia. En Teoría de los Sentimientos Morales, plantea Smith, la solidaridad tiene la intención de corroborar la relación entre el (yo otro) y el (yo). En definitiva, el padecimiento ajeno que creemos sentir tiene el objetivo de apaciguar el miedo en la conciencia generada al comparar la idea de sufrimiento del (yo) frente a la experiencia de dolor en sí del (yo otro). Como el que sufre no es el (yo) sino que el padecimiento que siente es una idea del dolor que agobia al (yo otro), “el dolor” que pueda emular (yo) siempre estará mediado por la autoconciencia entre el dolor propio y el ajeno. La razón, podría asegurar desde Smith, es un fenómeno de medianía entre esas dos fuerzas basados en el hecho irrefutable de que es imposible sufrir en cuerpo propio el dolor ajeno.
Entonces lo primero a considerar de la premisa cultural en cuestión es que no es coherente “caerle” a quien cae o, por lo menos no es racional dentro de la lectura liberal del concepto. Aquel que se vea tentado a sugerir que esa condición de aprovechar el infortunio ajeno obedece a las relaciones simbióticas de la naturaleza como las aves de rapiña, el cucarrón almizclero, el reciclaje, aprovechamiento de residuos, la economía circular etc., y que por ello es justificada se equivoca. El reciclaje tiene la finalidad de proteger el ecosistema. Las aves de rapiña, los cucarrones y la economía circular también, pero los egoístas no. La conciencia humana implica que tenemos sentimientos que dominan nuestras acciones y estos se forman en las relaciones y los vínculos humanos. El egoísmo en los seres humanos, o por lo menos las premisas éticas que los justifican, carecen de conciencia colectiva, son incapaces de establecer acuerdos.
Con el “caído” según la razón liberal, inicialmente se debe considerar la simpatía con su dolor. Comprender que el sentimiento que despierta es diferente del dolor original. Esto nos lleva a creer que antes de aprovechar el “caído” primero, es consciente el (yo) de no ser él, el que sufre y se alegra al “sentir” el dolor de forma emulada como una idea. Esto le produce el gusto por los dolores ajenos y la atracción por el sufrimiento.
Podríamos reescribir la frase así: como el caído, caeré. Esta traducción tiene oculta la condición: aún no he caído, no soy (yo) el caído, soy diferente de ello que es el (yo otro) y ha caído y también soy igual aquello que cayó porque estoy seguro, como el (yo otro), (yo) caeré. Al contemplar el sufrimiento, (yo) estoy “sintiendo” lo que el (yo otro), tengo la idea de su dolor y manifiesto algunos síntomas de genuina afección pero ese dolor está en el pensamiento del (yo) y no en el padecimiento real del (yo otro), por lo tanto ese pensamiento compartido sobre el dolor y el placer entre el (yo) y el (yo otro) es la conciencia colectiva sobre el padecimiento. Sabemos lo que es sufrir por el dolor que sentimos y comunicamos para solicitar ayuda así como también con el dolor que podemos sentir nos trasmite los demás. sin esta condición no tendríamos piedad, consideración, conmiseración y solidaridad. Por lo anterior, específicamente, la traducción ética del mecanismo moral santandereano revela que “al caído, que yo seré, aprovechar que aún no he sido. La razón se forma a mitad de camino entre la conciencia del (Yo: más placer menos dolor) y del (yo otro: más dolor menos placer). El caído ya no siente dolor, más la conciencia sobre su condición nos atemoriza y nos hace sentir temor por la finitud y simpatizar con la muerte.
Por consiguiente, la frase santandereana: “al caído caerle” debemos traducirla a modo sentimientos como: el dolor más extremo del (yo otro) simpatía por la muerte, siempre será indeseada por el (yo), pues le recuerda su propia finitud. Algo así como: simpatizar con la muerte es innecesario. Al caído ayudad, debería ser la frase que se repite con orgullo, porque el auxilio es la forma más humana de manifestar nuestra pasiones.
Trece días después viajé a Cúcuta y allá me enteré que un árbol de navidad gigante que la administración municipal de Bucaramanga instaló en un importantísimo parque se había desplomado. Ahí supe que tenía una crónica por escribir, un fiasco así debe ser contemplado en un ejercicio como el nuestro. Es una caída importante, así como la del sistema de transporte masivo Metrolínea que dejó de funcionar de una momento a otro hace pocas semanas. No obstante nadie dice nada, no pasa nada, nadie es responsable. Envidiable cortesía de aquel árbol que cae en silencio. Claro está, que este no es el caso, el silencio de esta caída tiene motivos menos nobles Por ahora, como esto es una crónica de caídas, entonces, "al caído caerle". Voy a hacer una historia sobre esos desechos institucionales, el argumento: "un árbol de navidad les queda grande". Pero antes un ensayo sobre la envidia para preparar el camino.
ensayo sobre la envidia de ser un árbol.
En Santander del Sur, departamento conservador, se protege la premisa ética de “al caído caerle”. Es la definición compacta de la incapacidad de solidaridad con el dolor ajeno o el sufrimiento propio por la felicidad ajena: la envidia. En Teoría de los Sentimientos Morales, plantea Smith, la solidaridad tiene la intención de corroborar la relación entre el (yo otro) y el (yo). En definitiva, el padecimiento ajeno que creemos sentir tiene el objetivo de apaciguar el miedo en la conciencia generada al comparar la idea de sufrimiento del (yo) frente a la experiencia de dolor en sí del (yo otro). Como el que sufre no es el (yo) sino que el padecimiento que siente es una idea del dolor que agobia al (yo otro), “el dolor” que pueda emular (yo) siempre estará mediado por la autoconciencia entre el dolor propio y el ajeno. La razón, podría asegurar desde Smith, es un fenómeno de medianía entre esas dos fuerzas basados en el hecho irrefutable de que es imposible sufrir en cuerpo propio el dolor ajeno.
Entonces lo primero a considerar de la premisa cultural en cuestión es que no es coherente “caerle” a quien cae o, por lo menos no es racional dentro de la lectura liberal del concepto. Aquel que se vea tentado a sugerir que esa condición de aprovechar el infortunio ajeno obedece a las relaciones simbióticas de la naturaleza como las aves de rapiña, el cucarrón almizclero, el reciclaje, aprovechamiento de residuos, la economía circular etc., y que por ello es justificada se equivoca. El reciclaje tiene la finalidad de proteger el ecosistema. Las aves de rapiña, los cucarrones y la economía circular también, pero los egoístas no. La conciencia humana implica que tenemos sentimientos que dominan nuestras acciones y estos se forman en las relaciones y los vínculos humanos. El egoísmo en los seres humanos, o por lo menos las premisas éticas que los justifican, carecen de conciencia colectiva, son incapaces de establecer acuerdos.
Con el “caído” según la razón liberal, inicialmente se debe considerar la simpatía con su dolor. Comprender que el sentimiento que despierta es diferente del dolor original. Esto nos lleva a creer que antes de aprovechar el “caído” primero, es consciente el (yo) de no ser él, el que sufre y se alegra al “sentir” el dolor de forma emulada como una idea. Esto le produce el gusto por los dolores ajenos y la atracción por el sufrimiento.
Podríamos reescribir la frase así: como el caído, caeré. Esta traducción tiene oculta la condición: aún no he caído, no soy (yo) el caído, soy diferente de ello que es el (yo otro) y ha caído y también soy igual aquello que cayó porque estoy seguro, como el (yo otro), (yo) caeré. Al contemplar el sufrimiento, (yo) estoy “sintiendo” lo que el (yo otro), tengo la idea de su dolor y manifiesto algunos síntomas de genuina afección pero ese dolor está en el pensamiento del (yo) y no en el padecimiento real del (yo otro), por lo tanto ese pensamiento compartido sobre el dolor y el placer entre el (yo) y el (yo otro) es la conciencia colectiva sobre el padecimiento. Sabemos lo que es sufrir por el dolor que sentimos y comunicamos para solicitar ayuda así como también con el dolor que podemos sentir nos trasmite los demás. sin esta condición no tendríamos piedad, consideración, conmiseración y solidaridad. Por lo anterior, específicamente, la traducción ética del mecanismo moral santandereano revela que “al caído, que yo seré, aprovechar que aún no he sido. La razón se forma a mitad de camino entre la conciencia del (Yo: más placer menos dolor) y del (yo otro: más dolor menos placer). El caído ya no siente dolor, más la conciencia sobre su condición nos atemoriza y nos hace sentir temor por la finitud y simpatizar con la muerte.
Por consiguiente, la frase santandereana: “al caído caerle” debemos traducirla a modo sentimientos como: el dolor más extremo del (yo otro) simpatía por la muerte, siempre será indeseada por el (yo), pues le recuerda su propia finitud. Algo así como: simpatizar con la muerte es innecesario. Al caído ayudad, debería ser la frase que se repite con orgullo, porque el auxilio es la forma más humana de manifestar nuestra pasiones.