Bucaramanga, 5 de enero de 2023
Movilidad, ideología y territorio
La semana pasada se cayó el cese al fuego. Pero no es una caída cualquiera, ni siquiera se había erigido; fue tan solo un desmentido intento de cese al fuego, una mentira de paz. A pesar de lo evidente, que se incumpla un acuerdo (decreto de cese al fuego) al que no se había llegado o que fue desmentido es algo muy original de este proceso. ¿para qué tomarse el trabajo de desmentir al presidente? El transporte y la movilidad también son una mentira, los efectos de la corrupción y el clientelismo implican decenas de años de retroceso socio cultural. En el caso de la “ciudad bonita” de mantenerse el estado de cosas en materia de transporte, dentro un par de años se perderá el control institucional y la movilidad será informal en su mayoría. Ahora bien, todo el país adolece de lo mismo. El metro de Bogotá, la ruta del sol, puentes siniestrados, liquidación de ferrocarriles, todos los sistemas unificados de transporte, sin contar las carreteras en mal estado, sin pavimento y con fuertes impuestos de circulación cuyas garitas “peajes” fueron blanco de los últimos disturbios. Y a pesar de todo esto: por qué no hacer la paz de mentiras.
Esta situación ha generado una extraña tensión en los alrededores. La universidad está de receso y eso genera que el lugar cambie. Solo permanecen los vecinos tradicionales. Se desocupan los parqueaderos, cierran la mayoría de restaurantes, bares con escasos clientes y una sensación de tranquilidad inusitada, sostenida por los amables saludos de los vecinos en el "caballo de la resistencia" mientras paseamos los perros. Es indispensable recordar que las protestas del año pasado se dieron durante el cese de actividades del campus producto del confinamiento por la pandemia de COVID. Lo que implica que la cantidad de estudiantes en el barrio era poca. Ahora, que el ELN no ratificó el cese al fuego y tampoco hay estudiantes por el receso de fin de año, el sitio parece sujeto a una severa vigilancia policial.
Hace unos días, el 23 de diciembre pasado, leímos una publicación en la que denunciaban la captura ilegal de alguien por su participación en las protestas del 2021. Ayer, una vecina que tiene un perro color champagne (hermoso) comentaba que otro participante de las protestas estaba amenazado y desplazado del lugar por asuntos relacionados con dinero, también se supo que el trabajo en los barrios por parte de los líderes contratados ocasionó roces en los barrios. Con la señora recordamos las manifestaciones, la cantidad de jóvenes y las multitudinarias marchas, los colores y las ollas comunitarias. Hoy, cuando se sabe que se propuso la Universidad como lugar para la posible firma del acuerdo la tensión es casi diplomática.
Una buena forma de canalizar todo el debate político del territorio sería resignificar el espacio a partir del ciudadano estudiantil. Deberíamos reducir sustancialmente el número de vehículos que circulan por el lugar e incrementar los espacios para uso peatonal, las zonas verdes, juegos infantiles y transporte alternativo. También debería haber espacio para mascotas y hasta cuidados y atención a los lindos gallinazos del lugar.
Esto tendría sentido porque la organización de la ciudad en términos de movilidad es un fracaso rotundo. La única forma que exista paz es diseñando el boulevard de la resistencia entre la glorieta del mesón de los búcaros y el caballo de la resistencia. Solo con la comprensión del vínculo entre esos dos grandes elementos simbólicos de la ciudad: la ideología y la movilidad se podrá convertir el campus en un escenario para la paz. De lo contrario, aunque se logre la paz total, la Universidad no dejará de ser un Club para cualquiera de los bandos en disputa.
Hoy 12 de enero, siete días después, estamos en la semana de regreso de clases, han vuelto los helicópteros a volar bajo y los estudiantes a inundar las calles. Restaurantes abarrotados de jóvenes y profesores, ya podemos acceder al muro de escalar que hay en el campus y "Zeusegundo", el perro, pudo volver a correr tranquilo. Por otra parte, en clase logramos elaborar cinco guiones para cortos cinematográficos que tratan sobre "fronteras invisibles". Tenemos por desarrollar cinco historias de suspenso sobre mitos de violencia en la ciudad y tan solo un mes para la entrega. Este semestre contamos con la participación de un colectivo de estudiantes grafiteros, fotógrafos, alfareros, activistas y un grupo de entusiastas escritores. Yo dirijo el grupo de los que quieren mostrar la evidencias del paso del tiempo en clave violencia sobre un muro de barrio. Esperemos que sea una linda película.
Movilidad, ideología y territorio
La semana pasada se cayó el cese al fuego. Pero no es una caída cualquiera, ni siquiera se había erigido; fue tan solo un desmentido intento de cese al fuego, una mentira de paz. A pesar de lo evidente, que se incumpla un acuerdo (decreto de cese al fuego) al que no se había llegado o que fue desmentido es algo muy original de este proceso. ¿para qué tomarse el trabajo de desmentir al presidente? El transporte y la movilidad también son una mentira, los efectos de la corrupción y el clientelismo implican decenas de años de retroceso socio cultural. En el caso de la “ciudad bonita” de mantenerse el estado de cosas en materia de transporte, dentro un par de años se perderá el control institucional y la movilidad será informal en su mayoría. Ahora bien, todo el país adolece de lo mismo. El metro de Bogotá, la ruta del sol, puentes siniestrados, liquidación de ferrocarriles, todos los sistemas unificados de transporte, sin contar las carreteras en mal estado, sin pavimento y con fuertes impuestos de circulación cuyas garitas “peajes” fueron blanco de los últimos disturbios. Y a pesar de todo esto: por qué no hacer la paz de mentiras.
Esta situación ha generado una extraña tensión en los alrededores. La universidad está de receso y eso genera que el lugar cambie. Solo permanecen los vecinos tradicionales. Se desocupan los parqueaderos, cierran la mayoría de restaurantes, bares con escasos clientes y una sensación de tranquilidad inusitada, sostenida por los amables saludos de los vecinos en el "caballo de la resistencia" mientras paseamos los perros. Es indispensable recordar que las protestas del año pasado se dieron durante el cese de actividades del campus producto del confinamiento por la pandemia de COVID. Lo que implica que la cantidad de estudiantes en el barrio era poca. Ahora, que el ELN no ratificó el cese al fuego y tampoco hay estudiantes por el receso de fin de año, el sitio parece sujeto a una severa vigilancia policial.
Hace unos días, el 23 de diciembre pasado, leímos una publicación en la que denunciaban la captura ilegal de alguien por su participación en las protestas del 2021. Ayer, una vecina que tiene un perro color champagne (hermoso) comentaba que otro participante de las protestas estaba amenazado y desplazado del lugar por asuntos relacionados con dinero, también se supo que el trabajo en los barrios por parte de los líderes contratados ocasionó roces en los barrios. Con la señora recordamos las manifestaciones, la cantidad de jóvenes y las multitudinarias marchas, los colores y las ollas comunitarias. Hoy, cuando se sabe que se propuso la Universidad como lugar para la posible firma del acuerdo la tensión es casi diplomática.
Una buena forma de canalizar todo el debate político del territorio sería resignificar el espacio a partir del ciudadano estudiantil. Deberíamos reducir sustancialmente el número de vehículos que circulan por el lugar e incrementar los espacios para uso peatonal, las zonas verdes, juegos infantiles y transporte alternativo. También debería haber espacio para mascotas y hasta cuidados y atención a los lindos gallinazos del lugar.
Esto tendría sentido porque la organización de la ciudad en términos de movilidad es un fracaso rotundo. La única forma que exista paz es diseñando el boulevard de la resistencia entre la glorieta del mesón de los búcaros y el caballo de la resistencia. Solo con la comprensión del vínculo entre esos dos grandes elementos simbólicos de la ciudad: la ideología y la movilidad se podrá convertir el campus en un escenario para la paz. De lo contrario, aunque se logre la paz total, la Universidad no dejará de ser un Club para cualquiera de los bandos en disputa.
Hoy 12 de enero, siete días después, estamos en la semana de regreso de clases, han vuelto los helicópteros a volar bajo y los estudiantes a inundar las calles. Restaurantes abarrotados de jóvenes y profesores, ya podemos acceder al muro de escalar que hay en el campus y "Zeusegundo", el perro, pudo volver a correr tranquilo. Por otra parte, en clase logramos elaborar cinco guiones para cortos cinematográficos que tratan sobre "fronteras invisibles". Tenemos por desarrollar cinco historias de suspenso sobre mitos de violencia en la ciudad y tan solo un mes para la entrega. Este semestre contamos con la participación de un colectivo de estudiantes grafiteros, fotógrafos, alfareros, activistas y un grupo de entusiastas escritores. Yo dirijo el grupo de los que quieren mostrar la evidencias del paso del tiempo en clave violencia sobre un muro de barrio. Esperemos que sea una linda película.