Bucaramanga, 23 de enero 2023
Parameros
Esta crónica inició bajo el título equivocado: no sé por qué falla del sistema le puse “crónica de un movimiento” como la anterior. Lo cierto es que, parece que la influencia del mensaje es irrelevante. Tal vez hemos logrado establecer cierto vínculo con quienes reaccionan a las crónicas, pero se mantiene como un nexo muy íntimo, casi que un apoyo familiar. Guardando las proporciones, algo similar ocurre con el mensaje de la crónica, el terreno en el que se desenvuelven los hechos incluyen los videos de las redes sociales de internet y muestran, entre otras cosas: a hombres con ruanas, pancartas, carreteras bloqueadas, poemas, posters, publicaciones con información técnica, solicitudes de solidaridad y amenazas.
Tal vez el título necesite ajuste, “Crónica de un nacimiento” posee mayor efectividad en el lenguaje ancestral de la montaña pues se concentra en el movimiento de protección del páramo y no en la vulgaridad de las intenciones extranjeras. Simples argumentos financieros. Con esto concluimos que es imposible registrar el ocaso de una ideología si no se toma en cuenta, que el efecto de su derrumbe implica el resurgir del oprimido, el nacimiento de una voluntad de superar la opresión, o por lo menos, la idea opresora.
Hace mucho, esta forma de comunicación sirvió para emancipar a los Comuneros. La manera como se diseminó la información fue la clave para la multitudinaria convocatoria. Antes que cualquier sistema de alerta del invasor pudiera ser activado, los habitantes originales de estas montañas congregaron a veinte mil personas. Las pesquisas antropológicas encuentran argumentos en la topografía: cientos de pueblos a un día de camino de distancia cada uno permitieron que el mensaje creciera exponencialmente. El primer día, al menos uno de los pueblos vecinos a Socorro se enteró de la revuelta Comunera, pero para el segundo día de insurrección, todos en la montaña entendieron el avance, el destino y el objetivo de la marcha. Cuando por fin se enteró el virrey y consiguió refuerzos, ya había perdido Bacatá y los Comuneros sabían de la traición.
Lo mismo parece estar ocurriendo ahora con los “Parameros”. Encontraron la manera de comunicarse más rápido que las grandes compañías mineras. Debemos advertir que es posible que esta crónica no tenga fin o que, la velocidad de la caída de la ideología violenta no permita que veamos el estruendo o los escombros del derrumbe. Ya no nos interesa la vulgaridad de los violentos. Esto nos lleva a conectar con el tema de esta crónica, pues la confianza que tiene el ciudadano promedio de Bucaramanga en la capacidad de la montaña para producir agua es fantástica. Literalmente creemos que no se acabará jamás, que nunca se ha acabado y es infinita desde siempre. Un corte de agua en Bucaramanga es un mito. Pero a pesar de eso, hay varios puntos de la montaña en los que personas de ruana y machete bloquean las vías exigiendo la defensa de los páramos y la protección de la serranía.
Este fin de semana los alrededores del campus han estado vigilados por la policía con patrullas, rondas, luces y agentes motorizados. El lugar se iluminó de repente como si hubieran cambiado un fusible que no sirve desde hace veinte años. Calles históricamente oscuras se llenaron de destellos rojos y azules y grandes focos de luz amarilla. Desde ayer está cerrada la vía al mar. La entrada desde Venezuela estuvo bloqueada el fin de semana. Lo mismo ocurrió con la carretera panamericana vía al puerto petrolero del departamento. En la serranía, en un lugar llamado el "Oponcito", nombre curioso de referencia al río Opón, se completan casi 20 días de protestas. El mercadillo campesino que se instala en la entrada de la universidad los domingos y un grupo de personas denominadas comité de defensa del páramo de santurbán se han solidarizado con los Parameros. Hoy cuatro días después, al acabar esta crónica de una caída, la noticia de bloqueos en la vías hacía Bogotá y el llamado de urgencia por falta de combustible en la ciudad de Barrancabermeja constituyen el mensaje principal. Al parecer ya todos en la montaña se enteraron.
Parameros
Esta crónica inició bajo el título equivocado: no sé por qué falla del sistema le puse “crónica de un movimiento” como la anterior. Lo cierto es que, parece que la influencia del mensaje es irrelevante. Tal vez hemos logrado establecer cierto vínculo con quienes reaccionan a las crónicas, pero se mantiene como un nexo muy íntimo, casi que un apoyo familiar. Guardando las proporciones, algo similar ocurre con el mensaje de la crónica, el terreno en el que se desenvuelven los hechos incluyen los videos de las redes sociales de internet y muestran, entre otras cosas: a hombres con ruanas, pancartas, carreteras bloqueadas, poemas, posters, publicaciones con información técnica, solicitudes de solidaridad y amenazas.
Tal vez el título necesite ajuste, “Crónica de un nacimiento” posee mayor efectividad en el lenguaje ancestral de la montaña pues se concentra en el movimiento de protección del páramo y no en la vulgaridad de las intenciones extranjeras. Simples argumentos financieros. Con esto concluimos que es imposible registrar el ocaso de una ideología si no se toma en cuenta, que el efecto de su derrumbe implica el resurgir del oprimido, el nacimiento de una voluntad de superar la opresión, o por lo menos, la idea opresora.
Hace mucho, esta forma de comunicación sirvió para emancipar a los Comuneros. La manera como se diseminó la información fue la clave para la multitudinaria convocatoria. Antes que cualquier sistema de alerta del invasor pudiera ser activado, los habitantes originales de estas montañas congregaron a veinte mil personas. Las pesquisas antropológicas encuentran argumentos en la topografía: cientos de pueblos a un día de camino de distancia cada uno permitieron que el mensaje creciera exponencialmente. El primer día, al menos uno de los pueblos vecinos a Socorro se enteró de la revuelta Comunera, pero para el segundo día de insurrección, todos en la montaña entendieron el avance, el destino y el objetivo de la marcha. Cuando por fin se enteró el virrey y consiguió refuerzos, ya había perdido Bacatá y los Comuneros sabían de la traición.
Lo mismo parece estar ocurriendo ahora con los “Parameros”. Encontraron la manera de comunicarse más rápido que las grandes compañías mineras. Debemos advertir que es posible que esta crónica no tenga fin o que, la velocidad de la caída de la ideología violenta no permita que veamos el estruendo o los escombros del derrumbe. Ya no nos interesa la vulgaridad de los violentos. Esto nos lleva a conectar con el tema de esta crónica, pues la confianza que tiene el ciudadano promedio de Bucaramanga en la capacidad de la montaña para producir agua es fantástica. Literalmente creemos que no se acabará jamás, que nunca se ha acabado y es infinita desde siempre. Un corte de agua en Bucaramanga es un mito. Pero a pesar de eso, hay varios puntos de la montaña en los que personas de ruana y machete bloquean las vías exigiendo la defensa de los páramos y la protección de la serranía.
Este fin de semana los alrededores del campus han estado vigilados por la policía con patrullas, rondas, luces y agentes motorizados. El lugar se iluminó de repente como si hubieran cambiado un fusible que no sirve desde hace veinte años. Calles históricamente oscuras se llenaron de destellos rojos y azules y grandes focos de luz amarilla. Desde ayer está cerrada la vía al mar. La entrada desde Venezuela estuvo bloqueada el fin de semana. Lo mismo ocurrió con la carretera panamericana vía al puerto petrolero del departamento. En la serranía, en un lugar llamado el "Oponcito", nombre curioso de referencia al río Opón, se completan casi 20 días de protestas. El mercadillo campesino que se instala en la entrada de la universidad los domingos y un grupo de personas denominadas comité de defensa del páramo de santurbán se han solidarizado con los Parameros. Hoy cuatro días después, al acabar esta crónica de una caída, la noticia de bloqueos en la vías hacía Bogotá y el llamado de urgencia por falta de combustible en la ciudad de Barrancabermeja constituyen el mensaje principal. Al parecer ya todos en la montaña se enteraron.