Bucaramanga, 7 de abril del 2023
Salir corriendo a protestar
Lo que viene fue escrito hace unos meses, cuando leerlo sería tan comprensible que comprometería el simple análisis de la imagen de video. Hoy es una columna inofensiva, pues pocos recuerdan los hechos y por eso la relación con el texto que sigue es casi imposible. Hace unos días sonaron megáfonos y suspendieron algunas clases. Por ello cancelamos la proyección de Star Wars Episode VI “El retorno del Jedí” (1983) en el Ágora, auditorio máximo de Ciencias Humanas. Al otro día, en clase, algunos estudiantes manifestaron que sus arengas fueron escuchadas y que el mensaje del interlocutor fue: “necesito que me ayuden a protestar”. Por supuesto que el texto que sigue se dirige al mismo personaje y por ello, es necesario suponer que las últimas protestas fueron apaciguadas por la universidad.
meses antes
Salió corriendo porque sintió miedo, se nota en la forma como apresura el paso con el disimulo de quien no ha pagado el arriendo. Efectivamente es normal querer huir de una situación violenta pero, como ocurre con los dictadores, no es extraño que solo él huyera. Nosotros no huimos aunque trabajamos en medio de la guerra, con el sonido de las bombas y el olor de los gases tóxicos, también con la amenaza de los fusiles en la entrada de la universidad. Nuestra cotidianidad es el hambre por la falta de ingresos después de cada confrontación y el odio ocasionado por las desigualdades entre colegas. Estamos acostumbrados a que nos saquen del salón a punta de detonaciones, a hacer clase con el ruido de los megáfonos y muchas otras bajezas del conflicto, como que arrebaten nuestros cursos profesores planta que no convocan ni un cumpleaños. Entonces y por eso, lo extraño es la cobardía del líder, dado que es quien dirige toda esa orgía de odio. Se supone que es la máxima autoridad, el “comandante del barco” y, por eso, el que sabe controlar mejor la angustia de la confrontación. Se espera que pueda hacer frente, mantener la calma, dirigir el caos, pero no que sea el único en salir corriendo.
La cobardía es típica en los tiranos que, cubiertos por estructuras de poder suelen ser hombres con carácter fuerte, voz de mando, mal genio y una seriedad atemorizante pero que salen corriendo cuando todo ese poder se les derrumba.
Salir corriendo a protestar
Lo que viene fue escrito hace unos meses, cuando leerlo sería tan comprensible que comprometería el simple análisis de la imagen de video. Hoy es una columna inofensiva, pues pocos recuerdan los hechos y por eso la relación con el texto que sigue es casi imposible. Hace unos días sonaron megáfonos y suspendieron algunas clases. Por ello cancelamos la proyección de Star Wars Episode VI “El retorno del Jedí” (1983) en el Ágora, auditorio máximo de Ciencias Humanas. Al otro día, en clase, algunos estudiantes manifestaron que sus arengas fueron escuchadas y que el mensaje del interlocutor fue: “necesito que me ayuden a protestar”. Por supuesto que el texto que sigue se dirige al mismo personaje y por ello, es necesario suponer que las últimas protestas fueron apaciguadas por la universidad.
meses antes
Salió corriendo porque sintió miedo, se nota en la forma como apresura el paso con el disimulo de quien no ha pagado el arriendo. Efectivamente es normal querer huir de una situación violenta pero, como ocurre con los dictadores, no es extraño que solo él huyera. Nosotros no huimos aunque trabajamos en medio de la guerra, con el sonido de las bombas y el olor de los gases tóxicos, también con la amenaza de los fusiles en la entrada de la universidad. Nuestra cotidianidad es el hambre por la falta de ingresos después de cada confrontación y el odio ocasionado por las desigualdades entre colegas. Estamos acostumbrados a que nos saquen del salón a punta de detonaciones, a hacer clase con el ruido de los megáfonos y muchas otras bajezas del conflicto, como que arrebaten nuestros cursos profesores planta que no convocan ni un cumpleaños. Entonces y por eso, lo extraño es la cobardía del líder, dado que es quien dirige toda esa orgía de odio. Se supone que es la máxima autoridad, el “comandante del barco” y, por eso, el que sabe controlar mejor la angustia de la confrontación. Se espera que pueda hacer frente, mantener la calma, dirigir el caos, pero no que sea el único en salir corriendo.
La cobardía es típica en los tiranos que, cubiertos por estructuras de poder suelen ser hombres con carácter fuerte, voz de mando, mal genio y una seriedad atemorizante pero que salen corriendo cuando todo ese poder se les derrumba.