Bucaramanga, 13 de febrero de 2023
cine universitario
Hace una semana tuvimos la mejor experiencia del curso: un ejercicio cinematográfico, rodamos un par de cortos. El primero es un guion simple y concreto. Se llama “huyendo del destino”. yo le quitaría el gerundio. La historia trata de Andrés (Johan Sebastián Rondón), un adolescente que asiste a la universidad para un taller vocacional. Luego, es interceptado en la calle por un hombre sospechoso que le entrega un paquete y le hace poner en duda su formación profesional. El texto fue escrito por dos estudiantes de licenciatura en matemáticas y uno de ingeniería. Solo tenía dos tomas: (Interior, salón, taller) y (Exterior, calle, paquete). Pusimos la cámara en primer plano sobre el salón de clases; acomodamos el micrófono en la solapa del personaje principal; improvisamos una excelente asistente de cámara con regleta incorporada donde tomamos nota del nombre del archivo de video y el de audio y, como hace mucho no ocurría grité : ¡acción!
Todos en el plano iban de blanco, otros extras llevaban ropa de colores oscuros y a ellos los dejamos para la toma del exterior. Uno de ellos traía una chaqueta de color café que nos pareció pertinente para el papel del tallerista, (José Alejandro Quintero) quien a su vez tenía una guayabera blanca que le dimos a Andrés, el personaje principal, y quedó como ajuar de bautismo. Para no dejarlo solo, le pusimos de compañera de pupitre a una chica (Angie Natali Bernal) vestida con la camisa del uniforme de gala del colegio y dos trenzas en el cabello.
Después ocurrió uno de los grandes efectos de llevar el cine a la universidad: los estudiantes que veían el rodaje se entusiasmaron e interesaron en el cine; quisieron hacer parte de la pantalla. Es un cambio de estética en la forma de la clase. Igual, el cine es tan rígido que encaja a la perfección en las formas de la ciencia. Al final, tuvimos a varios estudiantes alienados, formados, uniformados y sincronizados en función de un objetivo común: interpretar a futuros estudiantes universitarios y sus problemas cotidianos. El único diálogo del personaje principal hace referencia al barrio San Martín, lugar que inspira la historia.
Precisamente ahí, al día siguiente, rodamos el segundo proyecto. Se llama, por ahora “el muro maldito” y cuenta la historia de un joven, Martín (Juan) que juega fútbol frente a un muro en donde aparecen nombres y, al mismo tiempo, desaparecen jugadores. Al final, cuando ya solo quedan Martín y su amigo, verán que uno de sus nombres aparece en el muro.
Este ha sido el proyecto de clase más ambicioso en el que he participado. El entusiasta guion fue escrito por siete estudiantes, uno de ellos, de ingeniería Civil dijo: -Yo sé construir muros y escribí el guion, pero yo no los pinto”. Esto evidencia que realizarlo ha sido todo un reto. La historia original, que nos contaron estudiantes del barrio, era que había un muro en San Martín en donde escribían los nombres de los “caídos”. Jóvenes hinchas de su equipo de fútbol del alma que habían muerto a raíz de la profunda violencia cotidiana. Los guionistas quisieron interpretar la anécdota, pero solo tendría sentido si se rodaba en el barrio, en un muro del lugar que da vida a la historia. La actividad contó con la indispensable ayuda de dos colectivos que trabajan en el barrio: Colectivo Julio Antonio Mella - C-JAM Colectivo Multicultural Guane - CMG. Ellos nos aportaron el acceso al muro, el contacto con los residentes y, el artista (Cristofher Julián Espindola Suarez) que fue quien hizo el performance de grafiti sobre el muro.
Al igual que con el proyecto anterior, el cine logró su objetivo. Al salón de clase llegó la editora, el actor principal y el asistente de audio. Nos fuimos en moto y llegamos al lugar indicado en el corazón del barrio. Creo conocer casi toda esquina de Bucaramanga y alrededores, pero jamás había ido al barrio debajo del puente. La grabación alcanzó su punto más tensionante cuando Camila me dijo: “profesor, nos tiene rodeados.” yo no pude levantar la mirada para comprobarlo, y sin quitar los ojos de la cámara le dije: tranquila, así es el cine: convoca.
Lo cierto es que, sin saberlo habíamos puesto la cámara en dirección a la “olla” el lugar de comercio de bazuco y los “habitantes de calle” estaban esperando, haciendo fila, porque el rodaje del corto interrumpió por un momento el comercio. Después de terminado el rodaje, que implicó un stop motion sobre los nombres en el muro, una escalera con su asistente de arte y el esfuerzo enorme de esos muchachos representando jugadores de fútbol y rayando muros de barrio.
Supimos de la tensión que ocasionó nuestra presencia días después. Uno de los estudiantes, el que asistía al artista con la escalera nos contó que alguien del barrio alejó con firmeza a quienes estaban detrás del muro y nos protegió. Horas antes, cuando quisimos grabar en el skate park del sitio, el vigilante del lugar se alertó por la presencia de la cámara y llamó a la policía que revisó el lugar y a la alcaldía para ver si teníamos permiso de grabar. la editora cogió el teléfono que el vigilante ofrecía y respondió la llamada. Igual, la acción se llevaba a cabo en una cancha y, justo debajo de una viga del enorme puente, afuera del burocrático lugar había un muro blanco frente a una cancha de tierra que el actor principal encontró en último momento. Cambiamos de lugar, el rodaje duró dos horas y media y contó con la participación de personas del barrio que hicieron de actores naturales. Gracias enormes a: Alex, Diego, Carlos y Andrés.
Para terminar, esta experiencia nos llevó a comprender los cambios en la estética de los factores de producción en el barrio. Los símbolos que permiten el aislamiento, la estigmatización y, finalmente, la producción de una “frontera invisible”. Esta deducción se construye en clase al comprender que el cine de suspenso evidencia el cambio de estética laboral tras la incursión de las mujeres en la fábrica después de la segunda guerra. Esto ocasionó una base social distinta de la superestructura que la gobernaba y los conflictos sociales que alimentan el género cinematográfico. Dado que la fábrica siempre fue considerada un espacio masculino, cuando las mujeres se apropiaron de las plazas de trabajo, la nueva sociedad laboral no encajaba en la vieja estructura social. Esto ocasionó, se puede ver en las películas de suspenso, cierto trastorno social, conflicto por la disputa de poder que trajo el nuevo orden laboral. Algo similar fue lo que quisimos exponer en estos dos proyectos de cine universitario
cine universitario
Hace una semana tuvimos la mejor experiencia del curso: un ejercicio cinematográfico, rodamos un par de cortos. El primero es un guion simple y concreto. Se llama “huyendo del destino”. yo le quitaría el gerundio. La historia trata de Andrés (Johan Sebastián Rondón), un adolescente que asiste a la universidad para un taller vocacional. Luego, es interceptado en la calle por un hombre sospechoso que le entrega un paquete y le hace poner en duda su formación profesional. El texto fue escrito por dos estudiantes de licenciatura en matemáticas y uno de ingeniería. Solo tenía dos tomas: (Interior, salón, taller) y (Exterior, calle, paquete). Pusimos la cámara en primer plano sobre el salón de clases; acomodamos el micrófono en la solapa del personaje principal; improvisamos una excelente asistente de cámara con regleta incorporada donde tomamos nota del nombre del archivo de video y el de audio y, como hace mucho no ocurría grité : ¡acción!
Todos en el plano iban de blanco, otros extras llevaban ropa de colores oscuros y a ellos los dejamos para la toma del exterior. Uno de ellos traía una chaqueta de color café que nos pareció pertinente para el papel del tallerista, (José Alejandro Quintero) quien a su vez tenía una guayabera blanca que le dimos a Andrés, el personaje principal, y quedó como ajuar de bautismo. Para no dejarlo solo, le pusimos de compañera de pupitre a una chica (Angie Natali Bernal) vestida con la camisa del uniforme de gala del colegio y dos trenzas en el cabello.
Después ocurrió uno de los grandes efectos de llevar el cine a la universidad: los estudiantes que veían el rodaje se entusiasmaron e interesaron en el cine; quisieron hacer parte de la pantalla. Es un cambio de estética en la forma de la clase. Igual, el cine es tan rígido que encaja a la perfección en las formas de la ciencia. Al final, tuvimos a varios estudiantes alienados, formados, uniformados y sincronizados en función de un objetivo común: interpretar a futuros estudiantes universitarios y sus problemas cotidianos. El único diálogo del personaje principal hace referencia al barrio San Martín, lugar que inspira la historia.
Precisamente ahí, al día siguiente, rodamos el segundo proyecto. Se llama, por ahora “el muro maldito” y cuenta la historia de un joven, Martín (Juan) que juega fútbol frente a un muro en donde aparecen nombres y, al mismo tiempo, desaparecen jugadores. Al final, cuando ya solo quedan Martín y su amigo, verán que uno de sus nombres aparece en el muro.
Este ha sido el proyecto de clase más ambicioso en el que he participado. El entusiasta guion fue escrito por siete estudiantes, uno de ellos, de ingeniería Civil dijo: -Yo sé construir muros y escribí el guion, pero yo no los pinto”. Esto evidencia que realizarlo ha sido todo un reto. La historia original, que nos contaron estudiantes del barrio, era que había un muro en San Martín en donde escribían los nombres de los “caídos”. Jóvenes hinchas de su equipo de fútbol del alma que habían muerto a raíz de la profunda violencia cotidiana. Los guionistas quisieron interpretar la anécdota, pero solo tendría sentido si se rodaba en el barrio, en un muro del lugar que da vida a la historia. La actividad contó con la indispensable ayuda de dos colectivos que trabajan en el barrio: Colectivo Julio Antonio Mella - C-JAM Colectivo Multicultural Guane - CMG. Ellos nos aportaron el acceso al muro, el contacto con los residentes y, el artista (Cristofher Julián Espindola Suarez) que fue quien hizo el performance de grafiti sobre el muro.
Al igual que con el proyecto anterior, el cine logró su objetivo. Al salón de clase llegó la editora, el actor principal y el asistente de audio. Nos fuimos en moto y llegamos al lugar indicado en el corazón del barrio. Creo conocer casi toda esquina de Bucaramanga y alrededores, pero jamás había ido al barrio debajo del puente. La grabación alcanzó su punto más tensionante cuando Camila me dijo: “profesor, nos tiene rodeados.” yo no pude levantar la mirada para comprobarlo, y sin quitar los ojos de la cámara le dije: tranquila, así es el cine: convoca.
Lo cierto es que, sin saberlo habíamos puesto la cámara en dirección a la “olla” el lugar de comercio de bazuco y los “habitantes de calle” estaban esperando, haciendo fila, porque el rodaje del corto interrumpió por un momento el comercio. Después de terminado el rodaje, que implicó un stop motion sobre los nombres en el muro, una escalera con su asistente de arte y el esfuerzo enorme de esos muchachos representando jugadores de fútbol y rayando muros de barrio.
Supimos de la tensión que ocasionó nuestra presencia días después. Uno de los estudiantes, el que asistía al artista con la escalera nos contó que alguien del barrio alejó con firmeza a quienes estaban detrás del muro y nos protegió. Horas antes, cuando quisimos grabar en el skate park del sitio, el vigilante del lugar se alertó por la presencia de la cámara y llamó a la policía que revisó el lugar y a la alcaldía para ver si teníamos permiso de grabar. la editora cogió el teléfono que el vigilante ofrecía y respondió la llamada. Igual, la acción se llevaba a cabo en una cancha y, justo debajo de una viga del enorme puente, afuera del burocrático lugar había un muro blanco frente a una cancha de tierra que el actor principal encontró en último momento. Cambiamos de lugar, el rodaje duró dos horas y media y contó con la participación de personas del barrio que hicieron de actores naturales. Gracias enormes a: Alex, Diego, Carlos y Andrés.
Para terminar, esta experiencia nos llevó a comprender los cambios en la estética de los factores de producción en el barrio. Los símbolos que permiten el aislamiento, la estigmatización y, finalmente, la producción de una “frontera invisible”. Esta deducción se construye en clase al comprender que el cine de suspenso evidencia el cambio de estética laboral tras la incursión de las mujeres en la fábrica después de la segunda guerra. Esto ocasionó una base social distinta de la superestructura que la gobernaba y los conflictos sociales que alimentan el género cinematográfico. Dado que la fábrica siempre fue considerada un espacio masculino, cuando las mujeres se apropiaron de las plazas de trabajo, la nueva sociedad laboral no encajaba en la vieja estructura social. Esto ocasionó, se puede ver en las películas de suspenso, cierto trastorno social, conflicto por la disputa de poder que trajo el nuevo orden laboral. Algo similar fue lo que quisimos exponer en estos dos proyectos de cine universitario